
Acolman es conocido como la cuna de la piñata tradicional y artesanal, más de cinco siglos han transcurrido desde que los frailes agustinos la crearon con forma de estrella y siete picos.
Luego de 5 siglos de dedicarse a la elaboración y venta de piñatas, que lo llevó a ser reconocido a nivel nacional e internacional y ser parte de su patrimonio cultural, el municipio de Acolman obtuvo la marca colectiva Piñata Artesanal Acolman Renace, por parte del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI)
Cabe recordar que en este municipio decenas de familias de generación en generación se han ido heredando la elaboración de piñatas, y pese a ser reconocidos incluso a nivel internacional, no contaban con el registro oficial en el país.
Ante ello, el gobierno local a través de la Jefatura de Fomento Artesanal de la Dirección de Desarrollo Económico, en conjunto con las familias de artesanos piñateros solicitaron la marca ante el IMPI.
El alcalde, Rigoberto Cortés Melgoza, explicó que el 2022 iniciaron las gestiones para conseguir el reconocimiento para el municipio de Acolman, como el lugar de origen de la piñata tradicional y artesanal.
Así este jueves las autoridades municipales hicieron la presentación de que ese icónico producto artesanal les pertenece a los habitantes de ese municipio.
“Hoy día, Acolman es conocido como la cuna de la piñata, más de cinco siglos han transcurrido desde el momento en el que los agustinos la crearon con forma de estrella y siete picos que representaban los siete pecados capitales: avaricia, lujuria, gula, ira, envidia, pereza y soberbia”, recordó el edil acolmense, Rigoberto Cortés.
Osvaldo Cortés, presidente del Comité Organizador de la Feria de la Piñata explicó que lo que se busca con el registro de la marca de la piñata es darle “ese reconocimiento histórico-cultural al origen de un elemento tan icónico de la mexicanidad como es la piñata, la piñata es un símbolo de México en el extranjero y para nosotros es muy importante que Acolman tenga ese reconocimiento como el origen de la piñata”.
Cabe recordar que fue en 1587, cuando los frailes agustinos que se asentaban en el exconvento de Acolman, se encargaron de fabricar -por primera vez-, una piñata que decoraron con colores y siete picos, que también fue la primera ocasión en que se rompía la piñata navideña.
El simbolismo de los frailes agustinos estableció que el palo representaba la fuerza para romper con los falsos deleites del mundo y los colores brillantes significaban la tentación del demonio, mientras que la fruta era percibida como la gracia de Dios que cae sobre los feligreses.
Esa tradición se entrelazó con la cultura indígena y las celebraciones prehispánicas. En el Acolman prehispánico ya existía al inicio del Panquetzalistli (festividad que celebraba el nacimiento de la principal deidad mexica) colocaban un palo alto y en la cima una figura de masa de amaranto del Dios Xiuhtecuhtli y una olla en cuyo interior se colocaban plumas de colores y piedras preciosas.
Solamente hombres jóvenes y en edad viril podían competir para llegar a la cima del palo, eran bloqueados por los asistentes y los mismos competidores; quien lograra llegar a la cima repartía la estatua de Xiuhtecuhtli para que la gente comiera, ellos arrojaban la olla para esparcir regalos y que la gente fuese por ellos.
En diciembre los artesanos y las autoridades organizan la feria de la piñata donde comercializan parte de los productos que elaboran para esa temporada de fin de año, pero quieren que en todo el año puedan distribuirlos para que mejoren los ingresos de los que se dedican a esa actividad ancestral
FUENTE: EXCELSIOR.
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